Hace unos 30.000 años alguien trenzó una cuerda con esparto y la anudó a la base de una estalagmita. Le sirvió para trepar por ella y realizar las pinturas rupestres de la cueva de Ardales. La estalagmita siguió creciendo con el paso de los milenios, calcificando la cuerda y dejándola en su interior.
Algo más al este, ya durante el Neolítico, quienes utilizaron la cueva de los Murciélagos como necrópolis nos dejaron constancia de su pericia con la cestería en forma de alpargatas, cestos y zurrones.
Como útiles para recolectar y más tarde para almacenar, los cestos elaborados con las fibras vegetales del entorno nos ayudaron a hacer la vida más fácil.
Ahora tienes la oportunidad de aprender con ArqueoEduca y el Museo de Málaga a fabricar tus propios cestos y trenzar tus propias cuerdas como se hacía en la Prehistoria. Un taller completamente gratuito, a partir de 16 años y con muy pocas plazas 😉

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