Y líbranos, oh Señor, de la ira de los Hombres del Norte”, murmuraba una plegaria cristiana hace unos mil años. Feroces, despiadados, sucios y crueles, sólo nombrarlos estremecía a las gentes de las poblaciones costeras de Europa y de las dos orillas del Mediterráneo.
¿Realmente era para tanto?
Un equipo de runólogos (criptógrafos que estudian el alfabeto vikingo) de la Universidad de Oslo al mando del investigador Jonas Nordby ha trabajado durante años para descifrar el contenido de un mensaje grabado sobre una tablita de madera vikinga que data del S XI.

 

Dicho mensaje se encuentra encriptado siguiendo un antiguo código, el jötunvillur, que se empleaba en la Escandinavia del S IX al XII. Volveremos sobre ello al final.
Antes deberíamos aclarar que gran parte de lo que aprendimos sobre los vikingos durante nuestra infancia sea probablemente falso. De hecho eran principalmente un pueblo de agricultores, pescadores, artesanos y comerciantes. Aventureros, sí, pero no tan violentos. O no más que otros pueblos de su época, si tenemos en cuenta que mientras algunos vikingos saqueaban una aldea costera de Galicia, simultáneamente Carlo Magno exterminaba por completo al Pueblo Ávaro en Eurasia. Saqueaban los Hombres del Norte con frecuencia las iglesias y catedrales de los lugares que asaltaban ya que en ellas se encontraban normalmente el oro y los objetos preciosos. De ahí quizás que los cronistas de la época, principalmente monjes, no fueran demasiado objetivos a la hora de describirles.

 

 Tampoco se emborrachaban más que otras civilizaciones, como la romana o la egipcia y, cuando lo hacían, la arqueología nos apunta a que era bebiendo de vasos y jarras de metal finamente labrados y no del cráneo de sus enemigos.
Sobre la higiene personal de los vikingos debemos apuntar la gran cantidad de instrumentos de aseo encontrados en los yacimientos: peines, cuchillas para afeitado, redomas de perfumes e incluso bastoncitos para la higiene de los oídos.
¿Altos, obesos y rubios? Mejor nos olvidamos; la estatura media del vikingo adulto era de 1´71 y siendo un pueblo eminentemente agricultor que vivía en condiciones climáticas tan extremas el raquitismo no les era algo ajeno. Tengamos en cuenta, además, su afición tampoco ajena a la época de tomar esclavos y esclavas de las diferentes tierras por donde pasaban lo que se traducía genéticamente al poco tiempo en niños y niñas morenos e incluso de piel ligeramente oscura.
Pero volvamos a la tablita de Jonas Nordby. No era infrecuente que los jefes vikingos que se encontraban fuera de casa enviaran mensajes a sus lejanas y heladas tierras pero solían hacerlo en su alfabeto tradicional, sin cifrar. Este trocito de madera, casi podemos imaginar a un gigantesco guerrero de gesto fiero grabándolo con la punta de su afilada daga, no contaba nuevas hazañas de saqueos ni nuevas rutas marítimas ni el montante del último botín. El contenido escrito de la tablita se compone de tan sólo tres palabras: Dame un beso.
Y esto nos recuerda que, aunque las travesías solían ser muy duras, la arqueología aún no ha encontrado un solo casco vikingo con cuernos.